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La despedida de Ozzy Osbourne y Black Sabbath.

Así fue Back to the Beginning

Por Tatiana Cusato.

¡Qué fin de semana histórico para el rock! Suponemos que ni en sus más alocados sueños John Michael Osbourne, más conocido como Ozzy, hubiera imaginado lo que el destino le tenía preparado para el final de su carrera. Por un lado por algo tan humano y tan tangible como la enfermedad de Parkinson; y por el otro, por todo el amor, la admiración y el respeto que tantos años de rock, talento y carisma supieron cosechar.

Porque la jornada del 5 de julio de 2025 será recordada como la fecha que se hizo honor al Príncipe de las Tinieblas, donde tanto público como músicos, todos juntos formaron una gran masa de adoradores del Dios del Metal.

La jornada arrancó alrededor de las 13.30 en el Estadio Villa Park de la ciudad de Birmingham (ciudad donde todo comenzó), pero en estas latitudes y gracias a la era del streaming y del pay-per-view, fue a las 11 de la mañana. Esa fue la hora en que Mastodon subió al escenario y dio inicio a lo que sería una sucesión de sets de 15 minutos por banda, compuesto por 2 o 3 canciones propias + 1 cover de Ozzy o Black Sabbath.

Después siguieron Rival Sons, Anthrax, Halestorm y Lamb of God, y a partir de acá la cosa empieza a ir tomando otro color. Los músicos que subieron al escenario y formaron el primer supergrupo fueron Lzzy Hale, David Draiman, Whit Crane y Yungblud en voces; Nuno Bettencourt, Jake E. Lee y Scott Ian en guitarras; David Ellefson y Frank Bello en bajos; Mike Bordin y II (de Sleep Token) en baterías; Adam Wakeman en teclados.

Aquí los sets empezaron a ser un poquito más largos y las primeras lágrimas de la jornada rodaron por algunas mejillas con la versión de Yungblud cantó de “Changes”.

Algo a destacar y que marcó el espíritu a lo largo de todo el evento (que duró más de 8 horas y media), fue que lejos de lo que se podría suponer una hoguera de vanidades, fue muy notorio el disfrute que los músicos demostraron en todo momento y en cada formación, transmitiendo un espíritu de hermandad pocas veces visto ante la presencia de tantas super-figuras.

Después tocaron Alice In Chains, los franceses de Gojira, y otro supergrupo conformado por tres superhéroes de la batería: Travis Barker, Danny Carey y Chad Smith. En las guitarras Tom Morello & Nuno Bettencourt, mientras que el bajo lo tocó Rudy Sarzo.

Y acá empezó el despelote: junto a Billy Corgan y el guitarrista K.K Downing hicieron “Breaking the law” de Judas Priest, y siguieron con “Snowblind” de Sabbath. Luego llegó el turno de Sammy Hagar, seguido por Papa del grupo Ghost, y para el final de este setlist ocurrió uno de los mejores momentos de la jornada: Steven Taylor volvió a los escenarios para hacer algunas versiones demoledoras. Una de “The Train Kept A-Rollin” de Tiny Bradshaw , y otras de “Walk This Way / Whole Lotta Love”. Pero la cosa no terminó ahí, dando una vuelta de tuerca más vimos aparecer sobre el escenario al mismísimo Ron Wood, leyenda de los Rolling Stones (acompañado de su joven productor, Andrew Watt). Una de las joyas de la noche que vale la pena buscar en las redes sociales para ver una y otra vez.

Después seguiría el tridente, la vieja guardia metalera: PanteraToolSlayer. En ese orden. Un triplete cósmico, expertos en volarte la cabeza y los encargados de hacerte sentir muy afortunado o afortunada si pertenecés a su generación contemporánea.

Después vinieron otros tanques. Los Guns N´Roses que, con gran dolor y honestidad hay que decir que fue lo peor de la noche con un Axl Rose desconocido, sin poder llegar a ninguna nota reconocible. Pero para alivio de todos después llegó el turno de Metallica, los responsables de abrirnos la puerta del infierno.

Tras un prolongado intervalo que en el streaming nos mantuvo entretenidos viendo saludos de fanáticos intercalados con estrellas y leyendas del rock, y también con videos donde nos presentaban los “sonidos de Birmingham” (cortos para conocer a sus habitantes, sus músicos y sus artistas locales), llegó el turno para por fin ver a Ozzy.

El Príncipe de las Tinieblas emergió de abajo del escenario, sentado en su trono negro bien custodiado por un gran murciélago en su respaldo, y en un muy buen estado general. Listo para cantar los clásicos de su etapa solista y hacernos emocionar a todos con “Mama, I'm Coming Home”, y lanzarnos con su muy poca sutileza una frase demoledora: “estuve 6 fucking años postrado, no saben lo que esto significa para mí”.

En total un set de 5 temas donde la emoción ya estaba a flor de piel y todavía faltaba lo mejor, la formación original de Black Sabbath. Después del último intervalo, Ozzy Osbourne, Tony Iommi, Gezzer Butler y Bill Ward ocuparon cada uno sus respectivos puestos sobre las tablas y con los 76 años que cada uno promedia, demostraron por qué siguen siendo los padres del metal y que a nadie se le ocurra que son abuelitos.

Con maestría absoluta tocaron “War Pigs”, “N.I.B.”, “Iron Man” y el cierre definitivo con “Paranoid”.  Papel picado, fuegos artificiales, todas las familias de los músicos y sus amigos a los costados del escenario, y un final un tanto accidentado (se pudo ver claramente a Ozzy lanzando algún que otro insulto).

Una jornada que quedará para la historia y en el recuerdo de los casi 6 millones de personas (entre presenciales y virtuales) que atestiguaron semejante homenaje en vida y en la que una cosa fue clara, fue la noche en que los Dioses del Rock bajaron a la tierra para igualarse entre ellos y convertirse en Uno con el público. Todos juntos haciendo una gran oda de amor para un hombre que desde las tinieblas supo despertar admiración infinita y transformarnos a todos en su propia legión de seguidores.

Gracias por todo Ozzy. Gracias por todo Black Sabbath y su legado.

Black Sabbath forever.

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