Por Sofía Llamedo.
Bersuit Vergarabat cerró el festejo por los 25 años de Hijos del Culo a pura fiesta en el Movistar Arena. Pasadas las 21, las filas para entrar al campo se extendían por tres cuadras: se sentía la expectativa, el murmullo entre la gente, risas nerviosas, y bebidas que se pasaban de mano en mano. Adentro ya retumbaban los primeros cantitos, las voces se entrelazaban como un himno colectivo antes de que la banda asomara: de la cabeza con Bersuit Vergarabat. Porque la noche estaba ideal para tomarse una birra con amigos o familia.
“El gordo motoneta” abrió la velada, con su ritmo frenético, como un personaje que no puede parar. Después vino “La del Toro” y “La vida boba” como parte de un setlist de 30 canciones a puro sentimiento y repleto de invitados. Cuando empezó “Veneno de humanidad”, subió al escenario Nana Arguen, y todo se volvió más etéreo. Luego, “Perro amor explota” estalló en energía junto al bandoneonista David Gaudiosi.
Minutos después, subió al escenario el gran Cucuza, para interpretar “Porteño de ley”. Esa canción tiene algo de ritual barrial: es un homenaje a la Ciudad, a sus contradicciones, a su esencia porteña. Cuando entonaron “Quedate tranquilo todo va a andar bien”, resonaba como un susurro de esperanza en medio de la euforia, casi como un rezo. Entre risas, el Cóndor bromeó: “Quédate un rato más que siempre hace falta un pedazo de grasa para el asado”. Se pusieron a enumerar las mejores pizzerías de Capital antes de interpretar "Grasun".
El ritmo bajó por un momento con Juan Giménez Kuj en el bajo, interpretando “No te olvides” y “Carocha”. La música se volvió más íntima, las cuerdas menos agresivas, como si la banda estuviera invitando a un suspiro colectivo. Pero la emoción subió de nuevo con “Murguita del Sur”. Cuando Francisco Lago subió al escenario, el Arena explotó en ovaciones.
Después, llegó Nahuel Pennissi con su guitarra y su voz cálida para “Toco y me voy”. "Es la primera vez que la canto. La estudié con mucha responsabilidad pero la sabía toda porque estaba en mi inconsciente. Y eso es la Bersuit", afirmó Nahuel antes de interpretar "Sencillamente".
Cuando llegó “Vuelos”, volvió Nana Arguen al escenario, y dedicaron el momento a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. Esa canción, en esa noche, resonó casi como un canto de memoria, de lucha, verdad, justicia y sobre todo de agradecimiento. Minutos después sonó “La soledad”, sampleada con “Yendo de la cama al living”, como un guiño al enorme Charly García.
Cuando empezó “La Argentinidad”, subió Willy Bronca para rapear. Esa canción no es solo un himno: es una celebración y una crítica de la identidad argentina. Al grito final de “Aguante la industria, las abuelas, el Diego y el dulce de leche. Gracias Bersuit”, el Arena latió como un corazón colectivo.
Pero la fiesta no terminó ahí. Cuando Beto Olguín subió para cantar “El viejo de arriba” se venía la despedida, pero también la antesala de la explosión final. Y llegaron esos momentos de máxima euforia: Catriel, de Divididos, con sus palillos, marcó el ritmo para “Sr. Cobranza” y “Se viene”.
El falso cierre fue con “La bolsa”, la banda bajó el telón, pero el público no soltó esa energía. Volvieron al escenario para la despedida definitiva: sonaron “Negra Murguera”, “Es importante” y “El viento trae una copla”.
“Nos vamos agradeciendo y nos vamos para volver, si nunca nos fuimos”, dijo la banda como un pacto con los presentes mientras era ovacionada. Fue un final cargado de emoción, risas, lágrimas y la certeza de que, después de tanta historia, la fiesta de Bersuit Vergarabat perdurará.








