Se presentó con los Fakires y el centro porteño fue una fiesta.

La noche especial de Skay en el Luna Park

Por Silvana Canton

 

La mística siempre lo acompaña, y es lo esperado en este tipo de shows donde se conjugan sentimientos del presente y las emociones de un pasado que devino en leyenda. Por supuesto que el Luna Park, el mítico Luna, es un lugar que completa la atmósfera. Skay Beilinson volvió a tocar y el centro porteño fue una fiesta.

Apenas caída la tarde, en las inmediaciones ya se veían las banderas descansando y aireándose en las ramas de los árboles, a la espera de encontrar su lugar definitivo una vez que se abrieran las puertas de ingreso. Y ya para las 20:50 el estadio estaba llegando a su capacidad, con una ansiedad que crecía minuto a minuto entre el público. ¿Cuál fue la mejor forma de canalizarla? La respuesta fue con canciones, cantitos que rápidamente se masificaban y sonaban al unísono.

“Es una noche especial, no se la vaya a perder, toca el corazón de Patricio Rey” se escuchaba una y otra vez, seguido de un incansable loop: “Soy Redondo hasta que me muera”.

Así las cosas hasta que a las 22hs se apagaron las luces del Luna Park y “Arcano XIV” marcó el inicio del show. Banderas flameando en el medio del campo y la energía de toda persona presente en su punto de ebullición. Skay sobre el escenario, con su sombrero y su aura tranquila y mística, junto a los Fakires -Joaquín Rosson en guitarra, Claudio Quartero en bajo y Leandro Sanchez en batería- despertaron las emociones más intensas en el público. Un público que era de lo más variado en edades: las nuevas generaciones se mezclaron a la perfección con quienes vivieron aquellos primeros conciertos de la banda que empezaba a emerger en La Plata más de cuatro décadas atrás. 

Sin pausa, le pegaron “Aves Migratorias” y “Tal vez mañana”, luego llegó el saludo de Skay: “Salud terrícolas. Es una noche especial y Lea está cumpliendo años”. Mensaje simple y al hueso para seguir con el repertorio de 22 canciones que trajo perlitas de todos sus discos.

Promediando la lista, después de haber tocado temones como “El redentor secreto” y “Ya lo sabés”, dos de los más festejados hasta ese momento, llegó el turno de “Todo un palo”. El clásico de Los Redondos volvió a poner en primer plano los cantitos que apuntan derecho a la emoción ricotera.

Después de unos minutos de receso, Skay volvió con “Cicatrices" como apertura de un segmento que equilibró momentos más introspectivos, en los que el público disfrutó del virtuosismo musical sobre el escenario, y momentos de descontrol enérgico como con “Superlógico” y “El pibe de los astilleros”, dos emblemas ricoteros, seguidos de “Oda a la sin nombre”.

Después de “Yo soy la máquina” y “¡Corre, corre, corre!”, de su creaciones más nuevas incluidas en Espejismos, Skay anunció: “mis queridos...vamos a hacer el último tema”. Sin dar respiro, arrancó “Lejos de casa”. ¿Qué pasó después? Por supuesto nadie se movió de su lugar a la espera de los bises.

Cantos, arengas, banderas en alto… todo intacto hasta que comenzó a sonar “Ji Ji Ji”. Pogo y más pogo en todo el Luna Park. En el campo, en las plateas, todo el mundo saltó y disfrutó del principio del fin de una noche especial, que tuvo su despedida definitiva con “El Golem de Paternal” y “Flores Secas”.

 

Edición: Bruno Dulbecco

Filmmakers: Julieta Duyos, Bruno Dulbecco

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