Por Agustín Baccá
Cuando la destreza del artista es tan abrumadora y su show, por decirlo de alguna manera, “no tiene ni un estribillo” se suele decir que es un recital “para músicos”. Y que sólo ellos pueden entenderlo y disfrutarlo. Bueno, ayer hubo un poco de eso. Fui con ese prejuicio, pero la verdad es que si te gusta el rock, el metal o el blues, anoche tenías una cita obligada. Así lo entendieron los 6 mil que llenaron el Luna Park para asistir al tramo latinoamericano del Inviolate Tour, gira presentación de su homónimo último disco.
La cosa empezó con CTM, la banda del Tano Marciello, quien fuera guitarrista y mejor socio de Ricardo Iorio en Almafuerte. Violero apasionado pero tímido, sorprendió al subir una foto regalándole a Steve Vai un poncho.
Al momento de escribir esta crónica, se celebra, como cada 7 de junio, el Día del Periodista. Y admito que anoche dejé el auto mal estacionado en las cercanías del Luna (cordón amarillo y demasiado pegado a un tacho de basura). Y eso incide directamente con esta crítica. Si al regreso el coche está bien, capo Steve. Si me lo llevó la grúa, el show sonó mal y no supo tocar las fibras de los allí presentes.
A las 21hs salieron los muchachos: Jeremy Colson se hace cargo de la batería, Philip Bynoe se calza el bajo de seis cuerdas y un canchero Dante Frisiello se hará cargo de la segunda guitarra y teclados. La ovación se la lleva Steven Siro Vai quien esa misma noche festejaba su cumpleaños número 63.
Primero sonó “Avalancha”. Luego, tras cambiar de guitarra, tocaron “Giants balls of gold”. La tercera, tras otro cambio de viola, fue “Little Pretty”. Lo que se ahorraron en micrófonos (nadie canta) lo invirtieron en guitarras y pedales.
Momento de saludar. “Buenas noches, gracias por venir. Hoy es una noche especial y no hay mejor lugar para pasar mi cumpleaños que éste”. A lo que los argentos respondimos cantando el “Feliz Cumpleaños”. Trató de mostrarse humano y emocionarse para luego presentar a la banda. Y el momento incómodo de la noche: “Dante, mostrale tus cañones a la gente, dale sabemos que te encanta pelar” a lo que el muchacho se arremangó y mostró sus bíceps (sic). En fin, sigamos.
Llama la atención una inexplicable bandera de Ecuador en el escenario. Bah, no voy a googlear la explicación y asumiré que ningún yankee conoce la nuestra y les da todo lo mismo.
“Mi mujer me dice que tengo que hablar un poco más con la gente. Asi que cúlpenla a ella” admitió un Steve Vai un tanto incómodo pero tratando de ser simpático. No hacía falta, su virtuosismo tapaba cualquier carencia. Luego de la calma de “Building a Church” y “Greenish Blues”, las pantallas proyectaron parte de “Crossroads” la película en la que Steve representa al guitarrista del Diablo y se enfrenta a Ralph Macchio, el pibe de Karate Kid.
Sólo quedaban tres grandes momentos. Uno fue el de su flamante guitarra The Hydra, una viola con tres diapasones, que en realidad eran dos guitarras y un bajo todo en el mismo artefacto. A esa altura mucho no sorprendió su sonido, pero sí su aspecto. Otro gran momento fue el de Dano G, el técnico de sonido a quien Steve invitó a cantar. Pero que en vez de hacer “For the love of God”, se lució con una versión del “Happy Birthday” y otra de “Cumpleaños Feliz” español, esta vez acompañado por una torta en forma de guitarra.
El tercer gran momento fue encontrar mi auto sin problemas, alegría. A veces sale mal, a veces sale bien. Asi que gran show, recomiendo por lo menos una vez en la vida. Eso sí, el viaje de vuelta fue con un dulce silencio reparador.
Ph: Federico Echeverría / FedeEche Fotos de Rock.