Por Tatiana Cusato
Trece veces tocó Iron Maiden en nuestro país, y la mayoría de esas veces lo hizo en el Estadio de Vélez. Esta vez y después de 5 años la legendaria banda de heavy metal volvió a pisar suelo argento con la gira The Future Past Tour.
La fecha se había confirmado en el mes de abril y las entradas se agotaron enseguida, por lo que la manija durante el resto del año fue intensa. Pero por fin el día llegó: este 1 de diciembre los británicos colmaron, esta vez, el Estadio Tomás Adolfo Ducó y 45.000 personas vibraron a pura emoción.
La mañana del domingo arrancó difícil con una tormenta poderosa que hizo temer a más de uno que el concierto pudiera suspenderse, pero el Dios del Metal fue bueno con nosotros y para la tarde el cielo ya estaba despejado. La familia metalera pudo reunirse desde temprano y para las 19.40 hs -horario en que estaba anunciado el show de apertura de Malón-, el estadio ya estaba casi lleno. Con un set de 45 minutos Claudio O´Connor y los suyos dejaron al público en llamas y listo para ver una vez más a la Doncella de Hierro.
A veces la atmósfera del momento se percibe de alguna manera que no tiene mucha explicación, pero durante el evento muchos de nosotros repetimos una frase que graficó la sensación general de la noche: “¡qué rápido!”. Qué rápido fue pasando la noche y qué rápido llegó el momento de escuchar “Doctor Doctor” de UFO y luego la música de “Blade Runner” de Vangelis, los dos indicativos con los que los fanáticos ya saben que el show está por empezar.
Exactamente 4 minutos antes de lo anunciado Steve Harris, Dave Murray, Nicko McBrain, Janick Gers, Adrian Smith y Bruce Dickinson aparecieron sobre el escenario y durante casi 2 horas de espectáculo (que pasaron volando) no se quedaron quietos ni un segundo.
En una lista que osciló entre grandes clásicos y temas nuevos, el show abrió con "Caught Somewhere in Time", canción que abre Somewhere in Time de 1986. Del mismo álbum le siguió "Stranger in a Strange Land" y ahí vimos al sexto Iron Maiden por primera vez: sobre el escenario apareció un Eddie robotizado vestido igual que el de la portada de ese single, con un arma en la mano, tapado y sombrero.
Con “The Writing on the Wall” llegó el turno de escuchar las canciones más recientes de Maiden, del disco Senjutsu de 2021. Le siguió “Days of Future Past” y para presentar “The Time Machine” Bruce hizo su primera intervención de la noche en una demostración de un gran ida y vuelta con el público donde las limitaciones del lenguaje casi no existieron. En un inglés muy claro y fácil de entender dijo: “Recuerdo la primera vez que vinimos a Argentina. Tocamos en un lugar llamado Obras para algunas miles de personas. Hoy tocamos para 45 mil personas”. Y luego de preguntar si alguien estuvo en aquel concierto de 1992 volvió a consultar: “¿quiénes nacieron después del ‘86?”, a lo que más de medio estadio levantó la mano. “En aquel momento construimos una máquina del tiempo”, dijo Bruce y empezó a sonar “The Time Machine”, incluido en Senjutsu.
Y así, usando esa máquina del tiempo musical, Maiden se pasó la noche haciéndonos viajar entre 1986 y 2021, haciéndonos pasar también por 1988 con “Can I Play With Madness” o 1982 con “The Prisoner”, primer gran momento de ovación donde los músicos debieron detenerse para escuchar el fervor del público, que incluso provocó la humorada de Bruce de mirar el reloj para ver en qué momento nos deteníamos.
En “Heaven Can Wait” ocurrió una batalla épica: Eddie volvió al escenario lookeado como en la tapa Somewhere… y con su revólver en la mano intercambió unos tiritos con Dickinson, quien tomó posición detrás de un arma gigante que incluyó efectos especiales de fuego con chispas y todo.
Después llegó el turno de “Alexander the Great” y a más de uno se le piantó un lagrimón. ¿Quién diría que a los rudos metaleros los haría llorar una Doncella de Hierro? Imposible no hacerlo.
El show siguió con “Fear of The Dark” para terminar de coronar la locura del público a puro pogo y canto a grito pelado; y el último tema antes de los bises fue “Iron Maiden”, único tema del repertorio originalmente cantado por el recientemente fallecido Paul Di'anno. Allí ocurrió otro enfrentamiento: un Eddie vestido de samurai tuvo una batalla “de sables” con un movedizo Janick Gers, y su arma era la guitarra.
Los bises llegaron con “Hell on Earth” acompañados por unos fuegos danzantes al ritmo de los riffs, el glorioso “The Trooper” y un cierre que volvió a hacer brotar las lágrimas del público: “Wasted years”.
No pareció, pero casi habían pasado 2 horas de recital, uno de esos de los que ni los músicos se quieren bajar del escenario. Fue así como Bruce, en el saludo final al público volvió a tomar el micrófono y adelantó que tienen programado volver dentro de 2 años con una nueva gira, cuando se cumplan 50 años desde el primer concierto de Iron Maiden, allá por 1976.
Afuera de esta crónica vamos a dejar las cuestiones técnicas de los músicos. Demás está hablar de sus destrezas y sus exquisitas habilidades en sus instrumentos. Tampoco vamos a destacar que a sus casi 70 años se mantienen en estados físicos impecables y que ninguno de los 5 se queda quieto un segundo, incluso habiendo superado importantes problemas de salud. Ni hablemos de la voz de Bruce Dickinson que refleja toda su teatralidad hasta en su forma de cantar, llegando a registros donde nadie lo puede alcanzar.
¿Quién diría que a sus casi 50 años la Doncella de Hierro, en todas sus partes, está intacta? Larga vida a Iron Maiden.
Por suerte esta noche la leyenda continúa en el Movistar Arena de Buenos Aires.
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Ph: @gallo_rockpix
Cobertura Audiovisual: Bruno Dulbecco / Mateo Araujo / Martín Codini.
