Por Sofía Llamedo
En un domingo cálido, con un cielo despejado y muy otoñal, miles de personas tuvieron la cuarta y última cita de este gran festival en el predio de Villa Martelli. Durante las primeras horas de la tarde, Julieta Rada abrió el escenario Rock, mientras que Wayra Iglesias, la hija del Tete de La Renga, hizo vibrar el escenario Geiser. Por su parte, Manu Martínez fue una de las primeras voces en sonar en el escenario Quilmes del mítico festival, donde horas más tarde tocaría Andrés Ciro, su padre.
Cerca de las 15:30h Ale Kurz se presentó en formato solista y repasó temas propios, algunos hits de El Bordo e hizo lugar para una versión de “Un ángel para tu soledad”, de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota.
Mientras familias enteras y grupos de amigos se movían como hormigas por el gran predio de Tecnópolis, casi en simultáneo comenzaron a sonar: Jóvenes Pordioseros en el escenario Popart, con el agite como bandera, y Kapanga en uno de los escenarios principales, con el Mono en modo cumpleañero y desatando los primeros pogos de la tarde.
Con su presencia inigualable, Walas y todo Massacre aparecieron ante una multitud. Para no pasar desapercibidos, la banda hizo sonar en todos los parlantes la recordada frase de Diego Maradona: “hay que ser muy cagón para no defender a los jubilados”. Las pieles se erizaron y todos los presentes ovacionaron. Luego homenajearon a Sumo con el hit “Crua-chan”.
“Deporte libre de violencia de género”, decía en letras grandes la batería de Los Caballeros de la Quema, quienes tuvieron su primera presentación en el festival. En ese sentido, Ivan Noble aprovechó la ocasión para bromear: “Hay que debutar en algo a los 50 y pico eh ¿como se dice ahora? ¿Somos medio incel?”.
Con una buena dosis de rock and roll platense, Cruzando el Charco hizo vibrar el escenario principal al primer compás de “Cada error", para continuar con “Soy” y luego pedir que todos los presentes prendan los flashes en la oscuridad de la noche al ritmo de “Cambiando de color”. Obvio que eso no fue todo, Cruzando tampoco se quedó con las ganas de hacer un cover y Francisco Lago invitó a Toti Iglesias de Jovenes Pordioseros para hacer “Descontrolado”. Pero no fue el único invitado, también subió al escenario Emiliano Brancciari para interpretar “Volver a Nacer”.
El Plan de la Mariposa deslumbró a los presentes con su calidez e increíble sonido, algo similar a un trance para quienes estaban descubriendo la banda en ese preciso momento. Pasaron por canciones como "Un mal delito entre confiar o morir", "Mar argentino", "El Riesgo", entre otras. La banda de Necochea aprovechó la jornada para anunciar el show más grande de su carrera para el próximo mes de octubre en el estadio de Argentinos Juniors.
A las 20:35h, el logo de Bersuit Vergarabat se reflejó en las pantallas del escenario Popart para dar comienzo al show. Por supuesto que repasaron grandes temazos como: “El tiempo no para”, “Toco y me voy”, “Se viene” y “Sr. Cobranza”. Para interpretar “Vuelos” invitaron a Ale Kurz y al maestro violinista Javier Casalla.
Por supuesto que el broche de oro fue el ritual piojoso durante tres horas de show. Con más de 60.000 personas ansiosas por vivir el momento, Ciro y compañía comenzaron con “Desde lejos no se ve”, y continuaron con “Chac tu chac”, “Babilonia” y “Yira yira” al hilo.
Con dos breves intervalos, navegaron por la discografía piojosa pasando por: “Civilización”, “Vine hasta aquí”, “Cruel”, “Luz de marfil”, “Bicho de ciudad”, “Pacífico”, “Como Alí” y “Sudestada”, que fue dedicada a Gustavo Kupinski, guitarrista icónico del grupo que falleció en 2011.
“Es Sólo Rock & Roll” fue una de las joyas de la noche y unos minutos después Ciro convocó a los presentes a disfrutar de un cover del gran Moris Birabent, “Sábado a la noche”. Ya cerca del final “Maradó” homenajeó al más humano de los dioses y el predio de Tecnópolis entonó “el que no salta es un inglés”.
Para el final, mientras sonaba “Y quemás”, subieron al escenario unos cuantos piojosos y piojosas para bailar al mejor estilo rollinga. Pero hubo un nene en cuero agitando una remera que captó la atención de todos los presentes y se reflejó en todas las pantallas. Por supuesto que su imagen se viralizó y a las pocas horas supimos que se llama Ciro, que tiene 11 años y es fanático de Los piojos desde pequeño. Este momento fue el broche de oro que cerró el día extra del mítico festival con una imagen muy clara: el orgullo por ser argentino, por nuestra cultura, por las pasiones y por nuestra música.